El Tribunal de Apelaciones Penal de Segundo Turno, que revocó la sentencia de la jueza Fanny Canessa y resolvió que el óptico Juan Mariño es autor de dos delitos de homicidio –uno en grado de tentativa– cometidos en 2009, afirmó que el acusado presenta una “enorme peligrosidad”. Sin embargo, aunque lo condenó a seis años de penitenciería, Mariño seguirá en libertad, por haber cumplido ya seis meses de prisión preventiva.
El tribunal sostuvo que Mariño mintió a la Justicia, al decir que fue víctima de un intento de rapiña. Destacó que la pericia psiquiátrica concluyó que el óptico tiene una “actitud soberbia” con acentuados rasgos de personalidad “narcisistas, obsesivos y paranoicos”. A su vez, agregó que el arma de juguete con la que supuestamente lo amenazaron fue plantada en la escena del hecho.
El tribunal atribuyó su “actitud hiperdefensiva”, que lo llevó a matar a un joven cuando se sintió injustificadamente amenazado, a su estructura de personalidad y a “la difusión masiva de noticias sobre la ola de violencia que impera en la sociedad”.
Idas y vueltas de la Justicia
El 16 de enero de 2009, sobre la hora 23, Mariño les disparó con un revólver a dos jóvenes en una calle oscura cerca de su casa, en Evaristo Ciganda y Suárez, en el barrio Bella Vista. Uno de ellos falleció en el acto. El otro quedó herido pero se recuperó.
El óptico regresó a su hogar, realizó cinco llamadas telefónicas, a familiares y una amiga que trabaja en la Policía, y se presentó en la seccional. Allí declaró que le había disparado a dos jóvenes, luego de que uno de ellos, empuñando una cuchilla con la que lo golpeó, le dijera: “Dame toda la guita, viejo”.
El otro joven, que estaba a unos metros de su compañero, tenía “algo que brillaba en sus manos, que podía ser un arma de fuego”, declaró entonces Mariño.
En contrapartida, el joven que supuestamente empuñaba el arma de fuego y que sobrevivió al disparo declaró ante la jueza que no llevaban armas y que no le pidieron dinero, sino que se acercaron al hombre para preguntarle dónde quedaba el Club La Barraca donde estaba ensayando la comparsa Sarabanda.
La jueza Canessa no le creyó al joven, sino que le dio crédito al testimonio de Mariño. Basada en su relato, sentenció que el óptico disparó en legítima defensa. Mariño, quedó entonces en libertad.
Pero en abril de 2011, el Tribunal de Apelaciones de Segundo Turno, a pedido del fiscal Ariel Cancela, revisó el fallo de Canessa, resolvió que Mariño no mató por legítima defensa y lo procesó con prisión por homicidio complejo y un homicidio en grado de tentativa. Mariño quedó recluido en cárcel Central.
Seis meses más tarde, en octubre, el fiscal solicitó condena del óptico a 13 años y ocho meses de penitenciería. La jueza rechazó la solicitud y, empleando otra vez el argumento de la legítima defensa, lo absolvió. Mariño recuperó la libertad.
Cancela apeló el fallo, por segunda vez. Y, por segunda vez, el mismo tribunal le dio la razón y resolvió este miércoles que Mariño mintió ante la jueza y lo condenó como “penalmente responsable de dos delitos de homicidio, uno de ellos en grado de tentativa, en reiteración real, a la pena de seis años de penitenciaria, con descuento de la preventiva sufrida”.
Fuentes del Poder Judicial explicaron a El Observador que el óptico no volverá a prisión, porque ya cumplió parte de la pena.
La defensa apelará y presentará recurso de casación ante la Suprema Corte de Justicia.
Mariño miente y plantó el arma
“Concluye el colegiado que Mariño miente”, expresó la sentencia del 12 de setiembre que condena al óptico. “Sus contradicciones son elocuentes”, agregó.
El tribunal consideró que Mariño mintió. En primer lugar, los jóvenes no estaban armados. “Lo primero y fundamental que cabe descartar es que J. (el joven que murió) portara un arma blanca y que amenazara con ella a Mariño. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que jamás apareció dicha arma y nadie más que Mariño se fue del lugar luego de los hechos”, expresa.
En cuanto a la supuesta arma de fuego que portaba el segundo joven y que luego se vinculó con un revólver de juguete que apareció en la zona con aparentes manchas de sangre, el tribunal supuso que fue plantada por sugerencia de una policía amiga, que Mariño llamó antes de entregarse en la comisaría. “El juguete no fue localizado inicialmente en la escena del crimen (...) Apareció en una burda creación maliciosa de prueba un arma de juguete que no puede ser otra cosa que producto del asesoramiento que recibió de las personas a quien llamó, entre ellas una funcionaria policial que la instrucción no ahondó en quién era”, expresó la sentencia.
El óptico agregó que había sido agredido en la frente por uno de ellos. “Otra falsedad”, agregó el tribunal, basado en la pericia forense.
La sala concluyó entonces que los jóvenes no intentaron rapiñar al dueño de la óptica y que, por lo tanto, el argumento de la legítima defensa no tiene validez. “Si no hay legítima defensa, hay homicidio”, aseguró la sentencia.
Para el tribunal, Mariño estaba preparado para dar “una respuesta extremista frente a cualquier evento que crea lo ponga en peligro aunque sea producto de su pura imaginación”. “Hay que defender lo que tenemos”, había declarado ante la jueza. “Para tal fin compró el arma”, agregó el fallo.
Mariño dijo ayer a Subrayado: “Mi familia y yo nos sentimos muy mal. No me gusta que se me acuse de mentiroso”.