David Pereira recuerda que la primera vez que lo asaltaron en un comercio tenía 14 años. Desde ese entonces, a mediados de los 80, hasta hoy lleva contabilizados 127 rapiñas detrás del mostrador.
"Eran cinco tipos, entraron y nos redujeron a todos, nos hicieron tirarnos al piso y después nos encerraron en la cámara del negocio", recordó Pereira, que en aquel entonces, era empleado de una carnicería y supermercado de Luis Alberto de Herrera y Reyes.
Actualmente, es propietario de cinco carnicerías, cuatro en el Cerro y una en La Teja. El lunes, cuatro individuos con sus rostros cubiertos con máscaras de Halloween asaltaron uno de sus locales, en Mauritania y Etiopía, pleno Casabó, e hirieron a uno de sus empleados.
Entre el primer asalto y este último, lleva sufridas 127 rapiñas, afirma. "Desde que soy propietario hace 10 años, fueron más de 80", contó.
Su empleado sufrió varias heridas en los brazos, producto de los perdigonazos que recibió. "Él esta bien, mañana lo van a pasar a cirugía", dijo Pereira, al tiempo que agregó que "no lo mataron porque no supieron agarrar la escopeta, si no terminaba en tragedia". "Nunca me habían lastimado un empleado, más de empujarlo o relajarlo no pasaba, pero en este se les fue la mano", sostuvo.
A su vez, entiende que en el barrio del Cerro, los comerciantes "están regalados". "La zona está completamente desprotegida; tenemos una seccional que tiene un solo móvil, un poco más de 90 oficiales y no pueden lidiar con lo que abarca el Cerro, Casabó, Cerro Norte, es imposible", comentó.
Sin embargo, no duda en afirmar que la culpa de esta situación no la tiene la Policía. "Hacen lo que pueden", dice.
En más de una oportunidad, sus empleados le pidieron para tener un arma en los comercios que atienden. "Yo soy coleccionista de armas, además tengo permiso para porte de armas, pero siempre les dije a mis empleados que cuando los vengan a robar se queden quietos", dijo.
Pero a Pereira no solo lo han robado en sus negocios. Sufrió un copamiento en su casa, luego del cual se tuvo que mudar porque "no podía dormir".
También lo persiguieron en los accesos una tarde, cuando iba a depositar dinero a un banco.
"Hace como tres meses iba en mi camioneta y en el momento que paro en Uruguayana y los accesos, paran dos tipos en una moto, cuando uno de ellos se sube en el estribo de la camioneta me amenaza con un arma yo, que tenía la pistola en el asiento, tiré tres tiros. Se cayeron de la moto y salieron corriendo", contó. Y aclaró que tuvo que vender la camioneta. Además dijo que, sobre este hecho, nunca hizo la denuncia policial.
También afirma que se le ha perdido todo el respeto a los comerciantes. "A mí me robaban y a las dos horas tenías a los mismos tipos que venían a comprarme", cuenta.
"Yo no soy partidario de la justicia por mano propia, pero estoy pensando en empezar a defenderme", confesó. "Acá los políticos te hablan de sensación térmica pero a mí me gustaría que Bonomi venga a trabajar un mes acá, con nosotros para que vea la realidad", sostuvo. "También estoy pensando seriamente en cambiar de oficio. Tengo un par de camiones, capaz que me pongo a hacer feria", concluyó.
Nadie te da seguro
Ninguno de los comercios de Pereira tiene seguro. "Es imposible asegurarse acá, porque para el banco esta es una zona roja, además ellos saben que pierden plata", dijo. Cuando fue a averiguar qué necesitaba para tener un seguro, le pidieron guardia con perros, cofre fort, filmación y varias exigencias más que le hacen imposible contratar una aseguradora. "En total, todo me salía unos $ 30.000 por mes. Me sale más barato que me roben", sostiene. "A los empleados me los aseguran por accidente, pero porque el banco sabe que con eso tienen ganancia segura, porque si no te tiran para afuera como un perro", comentó.
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