PUNTA DEL ESTE | GASTÓN PÉRGOLA Y RAÚL MERNIES
A la movida de la Barra no hay con qué darle. Lo que parece un caos funciona como principal centro de atracción de jóvenes, que noche a noche se amontonan en la zona. A ambos lados de la vía hay boliches para todos los gustos, precios y edades.
Una larga fila de autos atascados, cientos de jóvenes que caminan al costado de la calle, diferentes estilos de música que surgen desde cualquier rincón, alcohol (mucho alcohol), vestidos cortos, piernas, y una única consigna: "tomar, bailar, mirar… y después, si se puede, algo más". Así pasan las noches los jóvenes en La Barra de Punta del Este.
En ese clima se pueden ver distintos estados. De un lado de la calle, un grupo de chicas comen, toman algo y conversan sentadas en un deck de madera afuera de un boliche. A sólo unos metros, y desde la ventanilla de un auto que va en movimiento, otra chica con ojos desorbitados saca la cabeza para afuera y "devuelve". Todas escenas de un mismo paisaje, en cuestión de segundos.
Cualquier excusa es buena para cruzar alguna palabra durante la madrugada, donde la movida comienza recién después de las dos de la mañana y se extiende hasta rato después de la salida del sol.
"Hola chicas, ¿adónde van?", pregunta un joven (de no más de 20 años) desde su vehículo, en el cual viajaba junto a una barra de amigos. Desde otro auto, que circulaba en sentido contrario, la respuesta fue de un grupo de chicas: "No sabemos, pero me parecés lindo", retrucaron y rieron. En pocos segundos, y mientras los autos seguían atascados, el joven tuvo tiempo de anotar el número celular. Es que el "levante" es parte del ejercicio de la noche.
De hecho, los costados de la calle principal funcionan como una especie de pasarela, donde chicos y chicas (desde 15 a más de 30 años) van y vienen. Algunos caminando en una dirección fija y otros zigzagueando más, o menos, según el grado de alcohol que posean.
Entre las ofertas hay para todos los gustos. Hace ya un par de años la zona cercana al ingreso de La Barra (frente a Medialunas Calentitas), se volvió un tanto más "pesada" que el resto: allí el paisaje deja ver más sombreros con visera y motos, que peinados de peluquería y camionetas 4x4.
La vestimenta femenina (básicamente vestidos cortos, demasiado cortos, y muy poca cosa más) las obliga a un movimiento constante: cada tres o cuatro pasos, sistemáticamente, llevan sus manos hasta el borde del vestido para bajarlo, evitando de esa manera que se les vea algo más que las piernas. En cambio, el movimiento de los hombres, también sistemático y ya por inercia, es girar la cabeza de un lado a otro para ver lo que se "escapa" de las diminutas polleras.
Uno de los que se escandaliza todos los veranos por lo que sucede en la Barra es el actor y director Víctor Bo (que trabajó en películas junto a la "Coca" Isabel Sarli), cuya casa se encuentra en el epicentro de la movida nocturna de la Barra. Paradójicamente, todos los veranos se queja de tener que presenciar las "escenas de sexo" que hay en la puerta de su residencia, protagonizadas por los jóvenes que circulan por el lugar.
POLICÍA. "Llamen a la Policía, por favor, esta chica está desmayada, no reacciona". Así pedía ayuda una joven entre la muchedumbre, que sin reparos seguía indiferente entre la música y el alcohol.
La chica desmayada estaba sobre una cuneta, "sus amigos" ya se habían ido y era incapaz de dar algún dato básico. A pocas cuadras de ahí, un grupo de jóvenes eran detenidos por la Policía de Maldonado por romper el parabrisas de un ómnibus (los que noche a noche intentan atravesar la zona entre centenares de adolescentes que se les cruzan por delante), tras una discusión con el chofer.
Consultado por El País, el jefe de la Seccional 12, Javier Cancela, que cubre la zona de La Barra, expresó que el principal trabajo que le dan los jóvenes surge por las riñas o peleas, producto del alcohol.
"La Barra es increíble. Podría pasar cualquier cosa allí. Es de no creer que en un lugar donde confluye el alcohol, la aglomeración de gente, la poca lucidez, no haya una sola desgracia. Es un punto de combustión, que si lo ves parece que está por explotar siempre, y sin embargo no pasa nada. No me preguntes por qué, no tengo la respuesta. Pero se da como una especie de equilibrio", concluye el jefe de la Seccional, sobre su experiencia en el lugar.
Todas las madrugadas más de 20 efectivos están trabajando la zona, entre personal de la Seccional y refuerzos de otras comisarías.
BOLICHES. Si bien la previa y parte de la movida nocturna se genera en la misma calle de La Barra, varios boliches de la zona atienden las necesidades de estos jóvenes, dependiendo de la edad, el estilo de música que les gusta bailar y lo que se está dispuesto a pagar.
Las entradas a los locales oscilan entre $ 200 y $ 600 en la mayoría de los lugares, salvo algunos exclusivos como Tequila, donde una mesa para seis personas puede llegar a costar unos US$ 3 mil, si la cara del interesado en ingresar no le es familiar al personal de seguridad que está en la puerta.
Qué boliche y para quién
Menores. Los adolescentes que no pueden acceder a los boliches para mayores de 18 años no se privan de salir a la noche. Una buena previa en Medialunas Calentitas, con licuados, tragos y algún show son el condimento ideal para terminar en Piratas o Pumas, donde por $ 200 acuden la mayoría de los que recién empiezan a salir por la noche. Ambos centralizan su música en cumbia y raeggeton.
Electrónica. Los que prefieren un poco más de tecno y no tanto amontonamiento van a MDM (ex Crobar), donde la entrada oscila los $ 600, dependiendo del DJ de turno.
¿Solterones? Los "más grandes", de 25 en adelante, se instalan en los boliches que están cuadras adentro en La Barra. Sabbia, Cero, y Mixx concentran la mayoría de ese público, que ingresa por entradas que promedian los $ 400. Otra de las opciones más concurridas, para mayores de 23 años, es Arreche Bar. "Acá se llena porque dejan fumar adentro", contó una joven en la puerta del local.
exclusivos. Los boliches que se distinguen por su exclusividad son Tequila, al que concurren los famosos y al que nunca se ingresa por menos de US$ 50, y Divas, de Moria Casán, que ofrece shows eróticos cada noche.
El País Digital