La industria del software experimentó una rápida expansión en los últimos años, y a pesar de no contar con ventajas naturales –como las que ostenta el agro–, alcanzó altos niveles de competitividad y se convirtió en un actor relevante de la región.
Ahora, el gobierno pretende acelerar el desarrollo del software y dirigir parte de su potencial hacia la integración con otros sectores productivos. Al igual que lo hizo con otras ramas de actividad, las autoridades elaboran un detallado mapeo del sector, por un lado, pero a la vez analizan la situación de otras industrias para impulsar una transversalidad que mejore los niveles de productividad de la economía.
En ese sentido, el Ministerio de Industria, con el asesoramiento y la financiación de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) lleva adelante un estudio piloto para identificar las necesidades tecnológicas en cuatro industrias “relevantes”: farmacéutica, naval, biotecnología y forestal/madera. “En lugar de tomar al software como un sector independiente decidimos considerarlo en función de las necesidades que en esa materia que existen en otras ramas de actividad”, explicó a El Observador el director de Industria, Sebastián Torres.
“El enfoque del software será una primera aproximación en este tema, que no quita que luego se maneje desde el punto de vista más amplio de las Tecnologías de la Información (TIC)”, agregó.
El análisis que los técnicos llevan adelante tiene el propósito de medir “el grado de adopción de TIC de las empresas relevadas y los espacios potenciales de mejora de productividad a través de adoptar TIC en cada uno de los sectores identificados”, según señala el documento oficial al que accedió El Observador en el que se detalla el plan industrial para el software.
El estudio intentará identificar el tipo de tecnologías que las empresas relevadas incorporan y las características de esa adopción según se trate de procesos de gestión o de comercialización.A su vez, se procura conocer los eslabones de la cadena de valor en los que exista “espacio para mejorar el desempeño a través de herramientas de TIC”.
Se espera que en los próximos meses finalice el diagnóstico y se diseñe un programa para en 2012 “incorporar las TIC en el marco de las herramientas de política disponibles”.
Con ese objetivo se crearán Consejos Sectoriales “sensibilizados” con el tema y “herramientas de fomento a la incorporación de TIC en cada sector piloto”.
Para el éxito del plan, el documento señala la necesidad de “acceder de forma efectiva a los actores”, generar “espacios de consenso con las empresas en cuanto al uso de las herramientas” y destaca la importancia de la “coordinación público-privada en la implementación” de los instrumentos seleccionados.
Por su parte, Mario Tucci, directivo de la Cámara Uruguaya de las Tecnologías de Información (CUTI), coincidió con la idea de “transversalidad” plasmada en el plan industrial para el sector y expresó el interés de que esa industria “sea parte de otras”.
En esa línea, señaló que “se avanzó mucho” y citó como ejemplos las compras centralizadas del gobierno y el pago de impuestos informatizado.
De todos modos, reclamó acelerar el proceso de introducción de las TIC en la economía, en especial, en tres áreas “claves”: agro, turismo y logística.
Por otra parte, Tucci señaló que la industria del software encuentra más incentivos para exportar –ya que está exenta de impuestos–, que para funcionar en el mercado doméstico.
Uruguay comenzó a desarrollar ese sector en la década de 1990 y desde entonces mostró el crecimiento más alto en la región y el de mayor intensidad exportadora, según indica un reciente estudio realizado por Cepal.
Inversiones
“En una primera fase se desarrolló una industria local de software con clara orientación exportadora y, simultáneamente, se generaron condiciones para la atracción de centros internacionales como los de Tata Consultancy Services (TCS), Sabre, Trintech, IBM y Microsoft”, señala un documento de Cepal.Los principales proyectos de las empresas transnacionales se localizaron, además de Uruguay, en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México, “la mayoría con un alto nivel de especialización y estándares similares a los de los mejores centros internacionales”.
Sin embargo, la situación presenta niveles de heterogeneidad importante, donde en países pequeños, como Uruguay, se orienta a las exportaciones, en los más grandes se apunta al mercado interno y en economías medianas existe un híbrido entre ambas especializaciones.
