En medio del caos por la venta de entradas para la final de la Copa América, que no es nuevo en el fútbol uruguayo y en otras partes de Sudamérica como fieles representantes del tercer mundo en este aspecto, me propuse hacer un ejercicio: ¿Qué haría si tuviera que vender las 5.800 entradas sin caer en la debilidad de priorizar a amigos, conocidos y compromisos? Después de analizar todas las posibilidades, llegué a la conclusión que lo que hicieron los neutrales fue lo mejor porque bajo cualquier circunstancia y en diferentes escenarios siempre los presididos por Bauzá iban a ser los malos de la película. Mientras escribo algunas reflexiones, lo invito a que usted haga el mismo ejercicio y también concluya que es imposible administrar esos poquitos boletos sin que nadie se enoje, salvo que la venta la realicen desde otras latitudes y cabeza de otras culturas.
Opción 1: Que las vendan a través de las boleterías del Estadio Centenario, exclusivamente con el personal de recaudación como lo hicieron siempre en el fútbol uruguayo. En este escenario se plantea: que la venta es exclusiva para los capitalinos y se deja por fuera a la gente del interior; que al ser tan grande la demanda y tan pocos boletos terminará en una batalla campal en los alrededores del Estadio; y que muchas entradas acaben en las manos de los revendedores organizados.
Opción 2: Que las vendan a través de los Abitab, como estaban procediendo últimamente. Este no es un sistema seguro, porque en Peñarol-Santos se plantearon diversos problemas que llevaron a que anunciaran que estaban agotadas y al día siguiente informaban que quedaba un remanente. Además, en este escenario, es probable que los clientes preferenciales en las sucursales de los Abitab reciban privilegios para acceder a las entradas.
Opción 3: Que la AUF no negocie entradas al público y que todas se comercialicen a través de Ticketec (el sistema que utilizó la Copa América). En este caso se iban a molestar todos los que trabajan directamente con el fútbol y todos los mismos hinchas que están embroncados ahora.
Opción 4: La que tomaron los neutrales: 1.000 para los jugadores, 3.600 para los clubes y 1.200 para los hinchas a través de las agencias de viaje.
Vista esta realidad suena como un excesivo acto de demagogia que ahora todos pidan por los hinchas, porque mientras vivamos en Sudamérica, con esas malas costumbres del amiguismo y las piernas arraigadas, es imposible ser “justos” utilizando el sistema que quiera. Por tanto considero que habrá que importar tecnología de otras latitudes y con operarios de esas zonas para manejar la venta de entradas en situaciones extremas como la que vive Uruguay actualmente. Mientras tanto, habrá que vivir a la sudamericana
